El Comité Oleícola Internacional destaca los informes científicos que avalan que producir aceite reduce los gases de efecto invernadero

Los 60 millones de olivos de Jaén atrapan más del 1’5% de todas las emisiones de CO2 de Andalucía.

El olivar es el bosque cultivado más extenso del mundo. Más de sesenta millones de árboles en Jaén, que ocupan 220.000 hectáreas. Los olivareros se dejan el alma y el sudor en el término ‘cultivado’. El Consejo Oleícola Internacional está poniendo además mucho acento en el ‘bosque’. «En la actualidad existe un consenso científico que nos permite afirmar que el balance de carbono del olivo es favorable y el olivo en realidad tiene un impacto positivo y hace un verdadero ‘servicio ambiental’ a la sociedad», asegura el organismo internacional en un documento de trabajo. El cultivo del olivo y la producción de aceite de oliva, con el manejo actual de las plantaciones, evita emisiones de CO2 y combate el efecto invernadero. Sólo el olivar jienense atrapa más del 1,5% del total de emisiones nocivas a la atmósfera que se hacen en Andalucía.

El dato es importante ya que España gasta anualmente unos 800 millones de euros en compra de derechos para poder emitir gases con efecto invernadero.

Hace apenas un mes el COI participó en los debates de una cumbre de Naciones Unidas en Marrakech (Marruecos) con una ponencia titulada ‘El aceite de oliva, el oro líquido que contribuye a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero’.

«De acuerdo con los estudios publicados hasta la fecha, si el hecho de producir un litro de aceite de oliva conduce a la emisión en la atmósfera de un promedio de 1,5 kg de CO2 a lo largo del ciclo de vida del producto, la adopción de prácticas agronómicas pertinentes permite al olivar fijar alrededor de 11,5 kg de CO2 en el suelo, resultando un balance claramente positivo de 10 kg de CO2. El aumento de la cantidad de carbono en el suelo permite mejorar la biodiversidad biótica del suelo y de las partes aéreas, también, mejora la capacidad del suelo para almacenar agua de precipitación», aseguró el COI en ese foro.

Estudios de la Junta

Un estudio anterior de la Junta de Andalucía ya señalaba que con las nuevas plantaciones que entraron en producción a partir de 2011 el olivar de la comunidad autónoma «alcanzó una tasa de fijación anual bruta de 1,7 millones de toneladas de CO2 por año, lo que supone el 3,2% de las emisiones totales anuales de Andalucía». La mitad de la superficie de olivar de la región está en Jaén, por lo que cabe imputarle más del 1,5% de la reducción total.

Según el informe ‘Estimación de la función sumidero de las nuevas plantaciones de olivar en Andalucía’ «esta capacidad de fijación es muy elevada aún considerando la eliminación de la totalidad de los restos de la poda, lo que representa la situación más desfavorable, ya que gran parte de los restos de poda se destina a usos que representan una fijación neta de CO2 (incorporación directa al suelo, compost, etc.), o suponen una reducción de las emisiones derivadas del uso de combustibles fósiles (biocombustible). Así, considerando la eliminación de los restos de poda, en 2011 la tasa de fijación anual neta alcanzó cerca de 1,3 millones de toneladas de CO2 al año, lo que supone el 2,3% de las emisiones anuales de Andalucía».

Valor ecológico

Y los datos podrían ser mejores aún: «No deben obviarse los efectos negativos de la eliminación de la poda, ya que ésta tiene efectos considerables en términos absolutos. De este modo, en el supuesto de eliminación total de la poda la tasa de fijación anual se reduce en un 26,8% (467.394 toneladas de CO2/año. Debido a ello, resulta de gran importancia promover las prácticas y usos de la poda que aumenten la fijación neta de los olivares, como su incorporación al suelo, empleo como cubiertas vegetales, para la fabricación de compost, y en última instancia, debido a su menor tiempo de permanencia, como biocombustible, evitando en todo caso su quema en campo, que supone una emisión directa».

El COI pone por otra parte el acento en que «en lo últimos años se ha podido constatar cómo la sociedad ha comenzado a demandar información ambiental sobre los productos que consume, y especialmente, sobre los sobre lo productos agroalimentarios».

Además del valor económico que tiene la reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera, el Comité Oleícola Internacional lleva tiempo intentando vincular al mundo del aceite a valores que el mercado bonifica, como el respeto al medio ambiente. «Desde el ámbito científico se han publicado diferentes estudios que demuestran que el Olivar es un sistema de cultivo con efectos positivos para el medio ambiente (biodiversidad, mejora de suelos, barrera a desertización, etc)», insisten en el organismo internacional.

Fuente de la Noticia: www.ideal.es